- 215 millones de menores trabajan en el mundo,el 53% bajo las peores formas
- La falta de acceso a la educación básica sigue siendo un reto clave en la lucha contra el trabajo infantil
Intervida quiere recordar en el Día Mundial contra el trabajo infantil la urgencia de adoptar medidas, políticas y programas encaminados a garantizar que estos niños y niñas, especialmente los expuestos a las peores formas de trabajo, reciban una educación.
En el mundo hay 215 millones de menores víctimas del trabajo infantil, y más de la mitad de ellos, 115 millones, están involucrados en sus peores formas. Al entrar en el mercado laboral prematuramente, se ven privados de la educación y formación básicas para que ellos, sus familias y comunidades tengan mayores oportunidades de una mejor calidad de vida.
Ante la gravedad del problema, y a pesar de los avances conseguidos en la última década, es necesario incidir en el acceso a la educación como paso fundamental para garantizar la protección contra el trabajo infantil.
A fin de contribuir a revertir esta situación, Intervida lleva a cabo en El Salvador, Nicaragua y Bangladesh proyectos que fomentan el acceso a la educación primaria, facilitan el acceso educativo a la infancia trabajadora, y sensibilizan a las familias sobre la importancia de que sus hijos reciban una educación. Gracias a estos programas niños trabajadores como Shanto en Bangladesh tienen oportunidad de ir a clase, ”me gusta estudiar. Si acabo el colegio podré optar a un trabajo mejor, quiero ser doctor”.
A tres años para el cumplimiento de los Objetivos del Milenio, 67 millones de niños y niñas en edad de cursar la primaria continúan sin hacerlo. La precariedad de las familias, la mala calidad de la educación y su no obligatoriedad en muchos países, o la falta de armonía entre la edad mínima para trabajar y la de finalizar la escolarización favorecen, entre otros, el trabajo infantil.
Alcanzar los compromisos adquiridos en la Hoja de ruta para erradicar las peores formas de trabajo infantil para 2016 pasa por asegurar la provisión de una educación gratuita, obligatoria y de calidad. Privar a los niños y niñas de oportunidades para educarse, a cambio de enrolarles en el mundo laboral, supone condenarles a permanecer sin calificación y, por tanto, contribuir a perpetuar la pobreza en la sociedad.
