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ODS 2: Hambre y Seguridad Alimentaria

El Informe Mundial sobre Desarrollo Sostenible de 2023 concluye que, en esta coyuntura crítica a mitad de camino hacia 2030, “el cambio gradual y fragmentado es insuficiente” para alcanzar los Objetivos de Desarrollo Sostenible en los siete años restantes. Los datos revelados en el informe no son alentadores. De las aproximadamente 140 metas sobre las que se dispone de información, tan solo el 12% están bien encaminadas. Corren especial peligro el cumplimiento de las metas del ODS 2: poner fin al hambre

Según estimaciones de la Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura (FAO), “sin el impacto de la covid ni la guerra en Ucrania, las proyecciones indicaban que en 2030 todavía 461 millones de personas padecerían desnutrición crónica, muy por encima del objetivo de “hambre cero” que Naciones Unidas pretendía alcanzar en esa fecha. Ahora ese horizonte está aún más lejos y, si se mantienen las tendencias, dentro de siete años se elevará a 600 millones.”

Se intensifican estos principales impulsores de la inseguridad alimentaria y la desnutrición: conflictos, extremos climáticos y crisis económicas, combinados con crecientes desigualdades.

Informe SOFi 2023

Mujeres y ODS 2

El hambre tiene cara de mujer. En casi dos tercios de los países, las mujeres tienen más probabilidades que los hombres de sufrir inseguridad alimentaria. La peor situación de inseguridad alimentaria en el mundo se da en África Subsahariana, donde este problema afecta a la mitad de la población. Sin embargo, el 10 por ciento de las mujeres del Reino Unido tampoco disponen de suficientes alimentos nutritivos, una proporción ligeramente superior a la de los hombres.

La mayor parte de las comidas que se comen en casas de todo el mundo es preparada por mujeres y niñas, quienes también cultivan gran parte de los alimentos. Casi una tercera parte de todas las mujeres con empleo en el mundo trabaja en la agricultura, esto sin contar a las trabajadoras autónomas ni a las trabajadoras familiares que no reciben remuneración. Sin embargo, sólo el 13 por ciento de mujeres son propietarias de tierras. En algunas partes del mundo, como en Asia Meridional y África Subsahariana, más del 60 por ciento de todas las mujeres con empleo trabajan en la agricultura y se concentran en empleos informales y mal pagados, con escasa o ninguna protección social [1].

La desigualdad en el acceso a la tierra, el crédito, la tecnología y los mercados deja a muchas mujeres marginadas en la agricultura de subsistencia.

En el caso de España, los datos también revelan que la pobreza tiene rostro de mujer. Aproximadamente ocho de cada 10 hogares monoparentales están encabezados por una mujer y su tasa de pobreza y exclusión es casi el doble de la de aquellos hogares compuestos por dos personas adultas con menores a cargo. La falta de oportunidades de empleo, la brecha salarial o las dificultades para conciliar condicionan negativamente a estas familias.

ODS 2 e Infancia

A pesar de los esfuerzos globales, se calcula que, en 2022, 45 millones de niños menores de 5 años sufrían desnutrición aguda, 148 millones tenían retrasos en el crecimiento  y 37 millones, sobrepeso. Para alcanzar los objetivos de nutrición para 2030, es necesario un cambio fundamental de trayectoria.

Centrándonos en España, el 30,3% de los niños, niñas y adolescentes (niños, niñas y adolescentes) de menos de 18 años (2,6 millones) viven en riesgo de pobreza o exclusión social (Tasa AROPE 2019 – INE), muy por encima de la media de la UE, del 23% (Eurostat).

Andalucía está entre las comunidades autónomas que presentan una mayor tasa de población infantil viviendo en situación de pobreza. Es intolerable que 451.474 niños y niñas, el 10,1% de los niños y niñas andaluces, estén viviendo en pobreza severa. Esta situación supone un grave riesgo para su bienestar presente y futuro. El 80% de los niños y niñas que son hoy pobres, serán adultos pobres. Y esto significa que sus futuros hijos e hijas tienen todas las papeletas para ser nuevos niños y niñas andaluces pobres, según el informe ‘Familias en riesgo’  de Save the Children.

Foto: Save the Children

El Estado y la Junta de Andalucía deben reducir la desigualdad y la pobreza entre aquellas familias que más lo necesitan y no lo está haciendo. España solo invierte el 1,3% del PIB en prestaciones familiares, frente al 2,4% de media de los países de la OCDE. Somos el séptimo país de la UE que destina menos proporción del gasto en protección social a las familias, según Eurostat. Save the Children recuerda que la Junta de Andalucía ostenta la responsabilidad de garantizar los derechos a todos los niños y niñas andaluces en condiciones de igualdad, por lo que debe poner en marcha medidas efectivas, valientes y decididas que pongan fin a esta situación.

Reducir la pobreza infantil desde la nutrición

El informe de recomendaciones de UNICEF para implementar la Garantía Infantil Europea ofrece una serie de propuestas de políticas y programas que se pueden implementar por parte de la administración local para contribuir a reducir la pobreza infantil desde el ámbito de la nutrición. También, los factores de éxito y obstáculos que presentan:

  1. Comedor social, banco y reparto de alimentos, vales y tarjetas familiares
  2. Garantía alimentaria y talleres en los centros escolares y en los campamentos de verano
  3. Garantía y formación alimentaria en los centros de educación infantil
  4. Programas para la reducción de la obesidad infantil
  5. Tratamiento integral y transversal de la nutrición saludable

En la lucha contra la pobreza infantil, las entidades locales, como las administraciones más cercanas al ciudadano – a los niños, niñas y adolescentes –, están jugando un rol fundamental, no solamente a través de los servicios sociales municipales, sino también, considerando la naturaleza multidimensional de la pobreza y la exclusión, a través de medidas de refuerzo educativo, brecha digital, alimentación, o escolarización de 0 a 3 años, entre otros.

A escala global, para lograr el hambre cero en 2030, es imprescindible una acción coordinada urgente y unas soluciones políticas que aborden las desigualdades arraigadas, transformen los sistemas alimentarios, inviertan en prácticas agrícolas sostenibles y reduzcan y mitiguen el impacto de los conflictos y de la pandemia en la nutrición y en la seguridad alimentaria mundiales.

¿Un mundo sin hambre es posible?

“Un mundo sin hambre es posible. Lo que nos falta son las inversiones y la voluntad política para llevar a la práctica soluciones a gran escala. Podemos erradicar el hambre si se convierte en una prioridad mundial.”

Álvaro Lario, Presidente del FIDA

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