Toda persona tiene derecho al acceso, disposición y saneamiento de agua para consumo personal y doméstico en forma suficiente, salubre, aceptable y asequible.
El derecho al agua y al saneamiento fue reconocido explícitamente por la Asamblea y el Consejo de Derechos Humanos de Naciones Unidas en el año 2010
El agua está intrínsecamente vinculada a la sostenibilidad medioambiental, la equidad social, el desarrollo económico y a innumerables aspectos culturales y políticos, imprescindible para lograr la igualdad de género y preservar la salud y la alimentación de todas las personas, siendo transversal e imprescindible para la consecución de todos y cada uno de los Objetivos de Desarrollo Sostenible.
La crisis climática y actividades como el acaparamiento y la contaminación del agua ligado a las empresas extractivas agravan la actual crisis hídrica que sufre nuestro planeta, y que se suma a las distintas crisis interconectadas afectando, de nuevo, a sus habitantes más vulnerables.
Para 2030, debido a la escasez de agua, 700 millones de personas podrían verse desplazadas; 250 millones solo en África.
Según datos de la ONU, actualmente, la mitad de la población mundial (es decir, cuatro mil millones de personas), vive con una grave escasez de agua durante al menos un mes al año. Y cerca de 500 millones de personas se enfrentan a la escasez de agua durante todo el año. Aproximadamente 4.200 millones carecen de saneamiento, 2.200 millones no tienen agua potable segura y 700 millones podrían verse desplazadas -250 millones solo en África- debido a la escasez de agua para 2030. Esto no es inevitable, pues existen soluciones. Al mejorar la forma en que administramos, conservamos y protegemos el agua, podemos mejorar vidas. Una mejor gestión de este bien preciado puede ser un catalizador para que nadie se quede atrás en las comunidades que luchan contra la pobreza y el hambre, protegen la salud, reducen la mortalidad infantil, y salvaguardan los recursos naturales.
Las mujeres y niñas siguen siendo las más afectadas por esta injusticia. Calculan que mujeres y niñas de algunas regiones de África dedican 200 millones de horas diarias a obtener agua (y no siempre limpia, potable o suficiente), impidiéndoles el acceso a otros derechos como la educación, el trabajo o la salud.
Grupo de Trabajo de Agua de La Coordinadora
Desde la campaña #AguaparaTodas, impulsada por el Grupo de Trabajo de Agua de La Coordinadora, nos acercan algunas interesantes reflexiones :si continuamos actuando como hasta ahora, con acciones puntuales, descoordinadas y desde un enfoque sectorial y parcelado, olvidando que la seguridad hídrica es un elemento fundamental para realizar otros derechos humanos, no se conseguirán los cambios necesarios. La cooperación internacional para el desarrollo debe acelerar su contribución para avanzar decididamente en la reducción de los impactos que la Crisis Global del Agua está teniendo en las personas y colectivos más vulnerables. Para ello, hacen falta compromisos firmes y coordinados entre todos los actores, tanto desde las administraciones a nivel nacional como en la cooperación descentralizada.
Algunas claves para soluciones globales
- Reconocer la crisis global del agua y proteger y gestionar el agua como un bien común, con una gestión sostenible, democrática y equitativa, priorizando los usos del agua vinculados a los derechos humanos.
- Promover una gobernanza del agua basada en los principios de los derechos humanos, fundamentalmente la universalidad, la no discriminación y la participación de la población en la toma de decisiones, en especial la participación igualitaria de las mujeres, tradicionalmente excluidas de estos procesos.
- Reforzar la cooperación internacional destinada a inversiones en servicios básicos de agua potable, saneamiento e higiene frente a grandes infraestructuras para asegurar que la ayuda llega a las personas que más la necesitan. Es imprescindible que esta cooperación internacional incorpore una perspectiva feminista en todas las fases. En concreto, asegurar la participación efectiva de las mujeres, considerando los impactos diferenciados en las mujeres, hombres, niños y niñas y una gestión integral de los recursos hídricos igualitaria y sostenible.
- Asegurar que se respetan e incorporan los derechos humanos al agua y al saneamiento en otros ámbitos de la acción exterior española desde la coherencia de políticas (ámbito comercial, inversiones, planificación de otros sectores intensivos en el uso del agua…). En especial, desarrollando legislación vinculante en el ámbito nacional y europeo que establezca requisitos exigibles a las empresas españolas para que actúen aquí y en otros países con la debida diligencia respetando el derecho humano al agua, los derechos humanos y el medio ambiente a lo largo de su cadena de valor.
- Cumplir con los compromisos asumidos para la financiación climática, destinando el 50% de los fondos a la adaptación a los efectos del cambio climático en la población más vulnerable.