Las víctimas saharauis de minas son un sector muy sensible dentro de la población refugiada y por sus discapacidades son consideradas como colectivo de máxima vulnerabilidad por los actores de la cooperación. Muchas de ellas sufrieron la guerra y todas padecen el exilio, la lucha por la supervivencia y los obstáculos ocasionados por las mutilaciones y lesiones físicas. Además de la restricción de derechos que supone su condición de refugiadas, estas personas sufren la precariedad y crudeza de los campamentos en todas las dimensiones de su vida. Sus necesidades no pueden ser cubiertas por los servicios sociales, deficitarios de por sí, y sobreviven prácticamente por la solidaridad de familiares y vecindario.
La relación de hándicaps que dificulta su vida y la de las personas que las cuidan, mayoritariamente mujeres, es casi interminable. Hay cuatro factores en lo que esta propuesta humanitaria fija su atención:
Las víctimas de minas tienen problemas para acceder a servicios médicos básicos por razones de movilidad, provocadas por sus severas lesiones y por la imposibilidad de acceder a un transporte adaptado, y por la inexistencia de personal sanitario especializado en su problemática.
La dificultad para mantener una higiene adecuada por falta de artículos de primera necesidad es otro de sus problemas, desde productos de aseo a los caros pañales para la incontinencia. Estos últimos no están incluidos en los repartos de la ayuda internacional -que únicamente distribuye kit higiénico para las mujeres en edad fértil- y sólo hay entregas irregulares de las Asociaciones de Amistad.
La limitada y poco variada dieta de las personas refugiadas no cubre las necesidades nutricionales mínimas cifradas por la Organización Mundial de la Salud en 2.500 calorías. La “canasta básica” que reparte la comunidad internacional no incluye ni proteína animal ni las vitaminas necesarias y ninguno de los productos indicados para este colectivo.
Las víctimas tienen una limitada autonomía a consecuencia de la dureza del hábitat (arena, siroco, debilidad de materiales constructivos, tipología de aseos…) y la dificultad de acceder a ayudas técnicas para desarrollar con dignidad la vida cotidiana (sin rampas, ni caminos de cemento, ni asideros para el baño…). Algunas familias además sólo cuentan con la jaima para su día a día, ya que perdieron sus casas en las últimas lluvias.
El proyecto
La Asociación Saharaui de Víctimas de Minas (ASAVIM) y la Asociación de Amistad con el Pueblo Saharaui de Sevilla (AAPSS) colaboran para aliviar el sufrimiento de las personas saharauis que han sido amputadas, tiene lesiones diversas o enfermedades cronificadas derivadas de su contacto accidental con minas y restos explosivos de guerra. Cuentan con el apoyo del Ayuntamiento de Sevilla para promover que estas personas con diversidad funcional accedan a unas condiciones de vida dignas, a través de una cobertura básica de salud e higiene, refuerzos nutricionales, ayudas técnicas y adaptaciones de sus viviendas.
El proyecto, ejecutado por las propias víctimas reunidas en torno a ASAVIM, ha mejorado las instalaciones y recursos de este colectivo y formado un equipo multidisciplinar para la atención de personas con graves discapacidades refugiadas en los campamentos saharauis. La colaboración de todas las organizaciones y personas vinculadas al proyecto está generando nuevas experiencias y conocimientos compartidos para mejorar la situación de los y las titulares de derechos de esta intervención.
Ficha descriptiva
- Proyecto: Aliviar el sufrimiento de las personas saharauis refugiadas víctimas de minas, entendiendo a principios y valores humanitarios de justicia y género.
- ONGD: Asociación de Amistad con el Pueblo Saharaui de Sevilla (AAPSS).
- País: Campamentos de Población Refugiada Saharaui.
- Ámbito: Acción Humanitaria
- Objetivo: Mejorar la salud integral y la dignidad de las personas saharauis refugiadas con discapacidades provocadas por minas, con especial atención a las mujeres, a través de servicios y productos de primera necesidad.
- Financiación: Ayuntamiento de Sevilla. 2016