La defensa del derecho de las personas a un hábitat digno no solo hace referencia a una vivienda sino también a los espacios públicos y la ciudad. Desde Arquitectura sin Fronteras-Andalucía promueven la mejora de la habitabilidad desde la equidad y la sostenibilidad.
Con esta misión, la organización desarrolla proyectos con comunidades en diferentes países buscando procesos de participación y realizando intervenciones eficaces y sostenibles.
Pero también es fundamental denunciar la vulneración de los derechos al hábitat y a la ciudad: durante el mes de mayo de 2018, la Escuela Técnica Superior de Arquitectura de Sevilla (ETSAS) acogió una enorme y colorida jaima saharaui. La instalación, obra del artista Federico Guzmán se denominaba Tuiza y jugaba a relacionar el arte, la arquitectura y la identidad cultural.
TUIZA en hasanía significa trabajo solidario colectivo y se refiere a reunirse, participar y construir algo entre todos.
Esta iniciativa de la organización Arquitectura Sin Fronteras Andalucía y la Asociación de Amistad con el Pueblo Saharaui de Sevilla, quería sensibilizar y denunciar la situación de la población refugiada saharaui en los campamentos y dar a conocer la respuesta, especialmente de las mujeres, de adaptación a entornos desfavorables.
La sostenibilidad de las arquitecturas y los espacios está muy vinculada a la participación de las mujeres y su implicación en la vida comunitaria.
La jaima, unidad básica de la casa del desierto, está realizada con un tejido acrílico fino decorado con motivos geométricos multicolores usado como vestimenta por las mujeres del Sahara.
Artistas, arquitectas y activistas se unen en apoyo a la autodeterminación del pueblo saharaui.
De esta manera, la jaima se convirtió durante todo el mes en lugar de encuentro y reunión, para generar conciencia social, debatir sobre el papel de la mujer en otras culturas y la respuesta arquitectónica en hábitats transitorios.
