ESPACIO SEVILLA COOPERA

Carmen: 20 años de cooperación desde Sevilla hacia el mundo

Dedicación y compromiso incansable por un mundo más justo

Carmen Pascual ha dedicado dos décadas a la cooperación internacional desde Sevilla, como presidenta de la Asociación EducAcciONG y como activista incansable por un mundo más justo. Fue miembro del Comité de la ASONGD durante casi diez años y otros tantos en el Consejo Municipal de Cooperación, espacios desde los que defendió siempre la importancia de la cooperación descentralizada y el papel de las entidades sociales.

Carmen y una compañera de EducAcciONG, con mujeres del proyecto en Guatemala, a la salida de su trabajo
Carmen y una compañera, con mujeres del proyecto en Guatemala, a la salida de su trabajo

Su trayectoria está marcada por la coherencia y la entrega, y constituye un ejemplo vivo de lo que significa ser cooperante: dedicar tiempo, conocimiento y energía a transformar realidades. Esa entrega le ha valido el reconocimiento de compañeras y compañeros de la cooperación sevillana, que ven en ella un referente de compromiso ciudadano.

Esta entrevista se enmarca en las actividades que la ASONGD organiza con motivo del Día del Cooperante este 8 de septiembre, una fecha para visibilizar la labor de las personas que, como Carmen, han hecho del voluntariado y la cooperación un motor de transformación social dentro y fuera de nuestras fronteras.

Los inicios: de la inquietud a la acción

Siempre tuve la inquietud de hacer lo que pudiera por mejorar la vida de la gente que tenía alrededor”. Con esa motivación, en 2007 Carmen comenzó a colaborar con una ONG, pero pronto decidió dar un paso más y fundar junto a otras compañeras una asociación propia, con una vocación clara: que todos los fondos se destinaran a los proyectos y no a sostener estructuras.

Profesora de equipos electrónicos, recuerda cómo en 2008 inscribieron oficialmente a EducAcciONG, una organización con raíces en el ámbito educativo. “Queríamos que esto fuera un compromiso de voluntariado real, con intención de transformar vidas, no una forma de vida para nosotros”.

Los primeros proyectos en Paraguay y Guatemala

Carmen en la municipalidad de Isla Pucú con voluntarias de la zona

El primer intento fue en Guatemala, con un centro de acogida para niños de la calle que no prosperó. Fue en Paraguay donde se consolidaron con la puesta en marcha de un proyecto en Isla Pucú. En un inicio se concibió como un mero comedor social, pero consiguieron darle más utilidad a su colaboración con la comunidad.

De aquel proyecto inicial de comedor, el espacio se transformó en un centro comunitario de vida y aprendizaje, que fue ampliando horizontes hacia proyectos educativos y de organización comunitaria. Desde allí se trabajó en educación y servicios sanitarios básicos, en procesos de organización social y en el fortalecimiento de la vida comunitaria.

Al principio los niños llevaban plato y vaso desde casa. Después compramos utensilios, mesas y sillas, instalamos agua corriente… De ahí surgieron bibliotecas, apoyo escolar y cooperativas de mujeres”.

En este marco se crearon vínculos sólidos entre las personas participantes. Las voluntarias organizaban la preparación de alimentos y el espacio se convirtió en un lugar de encuentro, formación y convivencia. Se impulsó apoyo escolar para niños y niñas con dificultades de aprendizaje o que no estaban escolarizados, y se promovieron acciones de formación en coordinación con la municipalidad para aprovechar recursos que se desperdiciaban, como naranjas o mangos, lo que dio origen a cooperativas de mujeres dedicadas a la producción de mermeladas y dulces, de las que más tarde surgieron otras iniciativas productivas.

El centro se dotó también de una biblioteca, en la que una voluntaria puso en marcha un club de lectura, y se participó en formaciones sobre huertos ofrecidas por una organización japonesa, de las que nacieron un huerto comunitario y huertos familiares que fortalecieron la seguridad alimentaria de las familias. De este proceso derivó un paso más: la adquisición de terrenos en el barrio de Tape Guazú para construir y equipar una escuela que garantizara la continuidad educativa de la comunidad.

El basurero de Guatemala: mujeres que cambiaron sus vidas

Entre todos los proyectos, Carmen destaca uno: el trabajo con las mujeres del basurero de la Zona 3 de Ciudad de Guatemala. Mujeres que habían crecido en condiciones de extrema vulnerabilidad lograron, con apoyo, abrir una cuenta común, aprender a ahorrar, prestarse entre ellas y emprender pequeños negocios.

El COVID fue durísimo, pero se han mantenido. Han demostrado una fuerza increíble”. De esa experiencia nacieron redes de apoyo y espacios de formación que convirtieron a las mujeres en auténticas agentes de cambio en su comunidad.

La ayuda humanitaria: contenedores de esperanza

La ONG ha enviado contenedores a Guatemala, Paraguay, Marruecos, Siria y el Sáhara. Camillas, autoclaves, medicinas, ropa de abrigo… todo fruto del esfuerzo voluntario. Si algo caracteriza la trayectoria de Carmen y EducAcciONG es su capacidad de movilizar recursos en situaciones de emergencia. No se trata solo de proyectos a medio y largo plazo, sino también de respuestas rápidas cuando la urgencia lo exige.

Carmen y compañeras de EducAcciONG, con uno de los contenedores que salió camino a Guatemala
Carmen y compañeras, con uno de los contenedores que salió camino a Guatemala

La organización ha enviado contenedores de material a Guatemala, Paraguay, Marruecos, Siria y el Sáhara. Dentro viajaban desde camillas y estanterías hasta autoclaves para esterilizar material médico, algo que en algunos hospitales era inexistente. “Recuerdo que en Paraguay financiamos el primer autoclave porque cosían sin esterilizar”, explica Carmen. También se han enviado medicinas, material sanitario, ropa de abrigo, material escolar y equipamiento para hospitales y centros comunitarios.

Cuando la erupción del Volcán de Fuego arrasó comunidades enteras en 2018, Carmen viajó al país con cinco maletas repletas de material sanitario, muchas veces costeado de su propio bolsillo y con el apoyo de socios y entidades solidarias. “Todo lo que se ve es impresionante. La gente lo ha perdido todo”, recordaba entonces desde el terreno.

En otras ocasiones, la ayuda ha llegado en forma de alimentos básicos y productos de higiene personal repartidos directamente a las familias más afectadas. Camiones cargados de leche en polvo, yogures, champús o compresas llegaban hasta las comunidades cercanas al volcán. “No queríamos que se quedara solo en la primera ayuda de emergencia. Había familias enteras sin casa ni escuelas; lo urgente era reconstruir viviendas y rehabilitar colegios”, apunta Carmen.

Esa visión integral —combinar lo inmediato con lo estructural— define la manera en que EducAcciONG entiende la cooperación. La ayuda humanitaria, en sus manos, no se queda en un gesto puntual, sino que se convierte en puerta de entrada a procesos más duraderos de reconstrucción y acompañamiento.

Una cooperación autónoma y comprometida

Para Carmen, la independencia de grandes subvenciones ha sido clave: “Nos permite elegir proyectos, mantenerlos en el tiempo, dar becas en Paraguay, Guatemala, Burundi o India. No dependemos de lo que marque una agenda, sino de lo que realmente necesitan las comunidades”.

Carmen Pascual con Rosalina Tuyuc, primera mujer indígena nombrada ministra y vicepresidenta del congreso en Guatemala
Con Rosalina Tuyuc, primera mujer indígena nombrada ministra y vicepresidenta del congreso en Guatemala

Esa libertad de acción les ha dado capacidad de respuesta en emergencias, pero también la posibilidad de sostener proyectos educativos, becas universitarias y programas de formación profesional durante años, incluso cuando dejaron de ser “novedosos” para las agendas internacionales. La continuidad ha sido clave para que muchos jóvenes pudieran completar sus estudios o que las comunidades lograran consolidar cooperativas y pequeñas empresas.

Carmen subraya también que esa autonomía va acompañada de un compromiso personal muy fuerte. La ONG funciona con un equipo de voluntarias, muchas de ellas maestras, que aportan tiempo, recursos propios y redes de solidaridad. “Hemos llorado por los proyectos, hemos sentido impotencia ante las dificultades, pero también hemos visto cómo mujeres maltratadas salían adelante, cómo sus hijos estudiaban, cómo comunidades enteras se fortalecían”, recuerda.

La coherencia de esta forma de trabajar también ha tenido un valor pedagógico: mostrar que otra cooperación es posible, basada en la cercanía, la transparencia y la confianza mutua entre quienes apoyan y quienes reciben. Más que en grandes cifras, su impacto se mide en historias de vida transformadas. Y esta autonomía también ha sido garantía de continuidad, permitiendo sostener proyectos de becas, formación profesional y apoyo comunitario a lo largo de los años.

Un mensaje para las nuevas generaciones

La voz de Carmen Pascual es la de la experiencia, pero también la de la esperanza por el compromiso. “La cooperación es más necesaria que nunca. Aquí en España siempre hay algún recurso: Cáritas, Cruz Roja, fundaciones… Allí, muchas veces, no hay nada. Si no aportamos nuestro granito de arena, ellos no tienen dónde acudir”.

Voluntarias de EducAcciONG en una jornada de incidencia
Voluntarias de EducAcciONG en una jornada de incidencia

A las nuevas generaciones les deja un mensaje claro: “Nadie puede cambiar el mundo entero, pero sí la vida de una persona, de una familia, de una comunidad. Con pequeñas acciones se transforman realidades. Merece la pena”.

Carmen encarna la convicción de que la solidaridad no se mide en cifras, sino en gestos que transforman realidades. Y recuerda, con la serenidad de quien ha visto los frutos de su esfuerzo, que merece la pena seguir creyendo en un mundo más justo.

Esta entrevista forma parte de la A.3 R.2 Campaña de promoción del Día de las personas cooperantes del Convenio Sevilla Coopera VIII, financiado por la Unidad de Cooperación del Ayuntamiento de Sevilla.

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